11/12/17

Mañas de un narrador oral: puntuando cuentos


A través de este artículo me gustaría compartir una maña que utilizo cuando busco cuentos y lecturas para oralizar, pero antes haré una introducción de cómo llegué a ella.

En la búsqueda de repertorio (cuentos e historias para contar) las personas que narramos oralmente solemos leer muchísimos libros: ensayos, novelas, antologías, biografías  y un gran número de ellos suelen ser de cuentos tradicionales. Hay recopilaciones maravillosas: “Los cuentos del Ahigal”, “Cuentos populares del Mediterráneo”, “El círculo de los mentirosos”, “Cuentos de hadas de Ángela Carter, “Cuentos populares italianos”, “Cuentos noruegos” por solo nombrar algunos.
Están llenas de cuentos, algunos muy similares con versiones diferentes repletas de giros y sabores frescos. Hay cuentos parecidos en culturas muy lejanas con motivos prestados de unos a otros: tres hermanos, la hija menor, un bosque, una maldición, el este del sol y el oeste de la luna, los siete guardianes, los tres trajes, el beso que transforma, etc. Me ocurrió que cuanto más leía, más disfrutaba la sencillez e inmediatez de estos cuentos y cómo marcaban sus diferencias con ligeros cambios.

Al leer a veces saltaba entre libros y omitía cuentos porque no me apetecían o me interesaban otros, o  buscaba uno con la duración justa para el tiempo que tenía de lectura. Así, mis recopilaciones de cuentos se fueron llenando de huecos por leer como un queso Gruyere y lo peor es que no sabía dónde estaban esos agujeros por completar. Al mismo tiempo me empezó a asaltar una sensación de que ya había leído el cuento antes.  A veces tenía que leer tres o cuatros páginas para descubrir si lo conocía o era una versión nueva. Otras veces quería localizar un texto que estaba en una antología de más de cien cuentos. El tiempo que tardaba en encontrarlo hacía que a veces ni lo buscase. Necesitaba un método. Y lo encontré.

En un proyecto maravilloso que ya prepara su cuarta edición, “Los que escriben y los que narran”, Raquel López contaba a Fernando Iwasaki que ella marca los textos con uno, dos o tres puntos y que, por ejemplo, Ajuar Funerario, un libro muy recomendado, tenía muchísimos cuentos de tres. Usaría el método de Raquel con una pequeña variante de cara a oralizar.

El método

- Cada vez que leo un cuento lo marco con un punto en el índice del libro.
- Si el cuento tiene algo interesante, peculiar o sorprendente, lo marco con un segundo punto.
- Si el cuento tiene algo interesante, peculiar o sorprendente y además se puede oralizar con facilidad, lo marco con un tercer punto.

Hasta aquí el método que le escuché a Raquel, ahora las dos últimas variantes:

- Si el cuento con tres puntos sirve para un espectáculo que quiero montar y lo quiero oralizar le pongo un cuarto punto.
- Si he trabajado con el cuento y ya lo tengo oralizado le marco un quinto punto.

Paseando por el índice será fácil ver los puntos y deducir entonces qué me falta por leer, lo que es interesante y hasta qué punto es oralizable. Me servirá, además, para saber cuáles tengo que trabajar y cuáles están ya en repertorio y respiran en mi cuerpo.

¿Qué te parece? ¿Se te ocurre alguna mejora o cambio? ¿Tienes algún método que utilices y quieras compartir?


2 comentarios:

  1. magnifico!!! que bueno escucharte y estupendo leerte. reconfirmo: inteligencia a chorroSSSS!!! GRACIASSSS

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