"Hace un mes escasamente publiqué una idea y encima, ¡gané un concurso gracias a ella! ¿Cómo es eso posible? Pues fíjense: la Consejería de Juventud del Gobierno de Canarias ha promovido un proyecto y plataforma virtual cuyo nombre es Jóvenes Puntales con el objetivo de visibilizar y empoderar a la juventud del archipiélago. Por ello, creó una página web donde cada residente en las Islas entre 18 y 30 años podía publicar su idea, proyecto o vídeo y exponer ahí qué podía ofrecer a Canarias.
Al ver aquello, lo tuve claro: quería (y quiero) hacer un proyecto de recuperación de nuestro legado oral. Y es que ya lleva varios años martillando una pregunta mi cabeza: ¿a dónde van las historias cuando un anciano muere?
Tenemos, en Canarias, mil historias que merecen ser escuchadas. Historias verídicas de nuestro pasado, cuentos maravillosos, rimados, cuentos de animales, mitos y leyendas que antes pasaban de generación en generación y ahora no porque se ha perdido esa tradición. Es entonces cuando el término “nuestro” deja de tener sentido, porque si perdemos ese legado narrado que nos dejaron nuestros padres, abuelos y bisabuelos, no sabremos quiénes somos.
Mi idea, mi sueño, consiste en emprender un proyecto de carácter intergeneracional en Canarias, de recuperación de esas historias, hablando con nuestros mayores, visitando centros de día, hospitales y residencias. Cuentos que grabaría para más tarde poder escribir y adaptar, con el objetivo de ir a todos los colegios del Archipiélago trasladándolas a nuestros “chinijos”, porque son parte de nuestra memoria colectiva y no los debemos olvidar.
Y es que (expuse, para hacerme merecedora del premio del jurado) los saberes que pasaban de manera natural y espontánea de generación en generación, de padres a hijos, de abuelos a nietos, poco a poco se han ido debilitando hasta quedar en peligro de extinción. Debido a la aparición de las nuevas tecnologías y los medios de comunicación de masas estos vínculos invisibles, que antes eran potentes lazos de salud familiar, se han ido debilitando. El chico no sabe qué contarle al viejo, porque este tiene otro lenguaje: de tú a tú, de mirar a los ojos, jugar al envite, pescar y trabajar en el campo. Del mismo modo que el viejo no sabe qué contarle al chico porque este tiene otro idioma: el de la tele, el whatsapp, la tablet, y la play station. No se comunican porque no se entienden, pero, ¿y si hay una persona que ponga todo su esmero, pasión y cariño en hacer atractivo lo que quiere comunicar el anciano al niño? Es ahí donde entraría en juego mi figura. Soy maestra de infantil, periodista y narradora oral y amo, sobre todas las cosas, el Archipiélago en el que vivo: su léxico, sus gentes, costumbres e idiosincrasia.
Así que me ofrezco como MEDIADIORA de esas extraordinarias historias que están deseando ser contadas para que la tradición no se pierda. Historias que se recogerían en un libro y cada una vendría firmada con una dirección postal. Los chicos tendrían la posibilidad de escribir una carta o visitar a los autores.
Ambicioso lo sé, y también atrevido, pero ya sería ignorante pensar que esta idea era única e inigualable y que nunca, a nadie, se le había ocurrido antes. Así que comencé a investigar… y no me hizo falta mucho, porque la vida, una semana después de publicarla, me puso al ladito de una eminencia: Ana Cristina Herreros, más conocida como Ana Griott. Toda una celebridad en la recuperación del legado oral ¡del mundo! Esta filóloga, narradora, escritora, editora y, sobre todas las cosas, curiosa de los cuentos, ha ido por todo el planeta, primero escuchando, y luego recuperando esas historias dignas de memoria, aunque las bocas a las que pertenezcan prefieran callar más que contarlas. Ana ha dedicado toda una vida a dar voz a los que no la tienen en Europa, África y Latinoamérica. Y también lo ha hecho aquí, en Canarias, en concreto en la isla de Gran Canaria, a través de un libro denominado “Cuentos antiguos de Gran Canaria recogidos por los niños”, donde son los propios menores de los coles de la Isla quienes preguntan a sus abuelos. Gracias a la recogida y clasificación de estos cuentos, nació el año pasado ese maravilloso libro, guiado por Ana y la escritora grancanaria María Jesús Alvarado.
Cuando humildemente le comenté mi atrevimiento a esta leonesa y leona de la palabra, ella me animó e inspiró aún más y me comentó que ella misma tenía mucho interés por seguir investigando en el archipiélago. Y es que estas islas tan diminutas en medio del Océano Atlántico tienen mucho que decir.
Ahora dispongo de 250 euros (premio del jurado), la pasión que me caracteriza, el apoyo institucional, ¡y espero también tener, en un futuro, el amparo de las Malas Compañías…! (editorial que Cristina Griott dirige). Solo me queda ponerme manos a la obra y materializar esa idea. Porque… ideas tenemos todos, ¡otra cosa es llevarlas a cabo!
Y como en la entrega de premios no lo pude decir, hago mi agradecimiento redactado ahora: gracias. A todos los que me apoyan y confían en mí. También a la Asociación de Narración Oral de Canarias (Tagoral) y en especial a Laura, por estar ansiosa por difundir mi idea, que según ella “¡es un bombazo!” y por supuesto, a la organización de jovenespuntales que nos han cuidado y tratado como reyes este fin de semana en el encuentro que hemos mantenido en Tenerife. Jóvenes y Puntales como Cynthia, Brenda, Carlos, Yeray o Javier.
Y no voy a poner el punto final hasta volver a repetir que en África (ese enorme continente que tengo a mi lado, al que pertenecemos genéticamente y que tenemos tan olvidado) hay un refrán popular que dice que cuando un viejo muere arde una biblioteca. Yo no voy a permitir que ardan nuestras Bibliotecas. Porque solo rescatando el pasado podemos entender el presente para construir el futuro."