25/11/19

Yo también tengo las manos mojadas


Tal vez nunca volvamos a saber de Miguelina o tal vez sí. Tal vez, si volvemos a saber de ella, no sean buenas noticias. Aun así, nos hizo un último regalo, porque ella era de hablar, pero no contaba y aquel ultimo día que supimos de ella, no estaba, y fue lo que dio lugar a que supiéramos como supimos o sintiéramos como sentimos que no estaban con nosotros, que les habían arrebatado aquella posibilidad y que nunca sabríamos qué habría sido de aquella hermosa mujer que quiso ser como Pinito del Oro. Qué habría sido de aquella otra de haber logrado marchar a Venezuela, si alguna vez aquel sepulturero “malengarviao” pagaría por sus crímenes. Qué habría sido de tantas otras mujeres que no han sido contadas si no se les hubiese segado la vida por el solo hecho de ser mujeres.

 Miguelina no estuvo esa noche o tal vez sí, porque ella era de hablar, pero no contaba y esa noche con su ausencia presente nos regaló la posibilidad de oír, de ver, de sentir a Mon, porque Mon sí es de contar y nos heló la sangre a los que allí en la Biblioteca de Arucas estábamos, público versado y que suele ir armado hasta los dientes pero que fue inmediatamente desarmado por la atmósfera, por el rumor del agua corriendo por la acequia, el chapoteo de las piezas de ropa al restallar contra la superficie de las improvisadas piletas, por los Aires de Lima y otros cantares que se podían escuchar en las paredes de los barrancos, por el cimbreo de las cañas y los juncos al ser mecidos por el viento, y sobre todo, por la palabra dicha.

Es muy probable que alguien con más capacidades que yo sea capaz de escribir una crónica más profunda y pormenorizada de este nuevo trabajo de Mon Peraza y espero que así sea, ella y su quehacer lo merecen. Yo y mi capacidad de entendimiento solo podemos llegar hasta aquí, hay un montón de sentimientos en mi cabeza y en mi pecho, por qué no decirlo, y hoy día 25 de noviembre, solo puedo decir que yo también tengo las Manos Mojadas.

Todo esto que les cuento, porque yo también soy un poquito de contar, aunque los que me conocen saben que soy más de hablar, fue lo que el viernes allí en Arucas, sentí, percibí, olí, incluso toqué con mis manos y mi piel...
…Y si les miento, habrá sido por boca de otro.


3 comentarios:

  1. Olé, ¡Qué bonita crónica! Vayan a ver el espectáculo, merece las lagrimas.

    ResponderEliminar
  2. Claro que si, Paco. Emotiva tu crónica y muy cierta. Bravo Mon!

    ResponderEliminar
  3. ¡Qué grande eres Paco y qué linda mi Mon! Dan ganas de mojarse las manos, la piel y los cachetes... Felicidades ❤️

    ResponderEliminar

Deja tu comentario