20/5/19

Aquella noche en el desierto



Nos habían advertido, pero justo aquella noche en el desierto no hacía frío. Habíamos  ido a pasear en los camellos hasta unas lejanas dunas para contemplar la puesta de sol. ¡¡¡ALUCINANTE!!! El azul inmensidad  fue tornándose en amarillo-naranja y confundiéndose con las rojizas arenas apareciendo ante nuestra vista una fascinante explosión de sensaciones y colores que fue apagándose poco a poco hasta convertirse en una espesa nube gris que nos confundió totalmente porque...¡era una tormenta de arena! Y tuvimos que regresar antes de tiempo. No duró mucho, lo justo para llegar hasta el campamento. Después de la cena ya había desaparecido.

Prepararon el escenario para contemplar el cielo estrellado: hoguera, alfombras en la arena, luces apagadas y el guía bereber dispuesto para hablarnos de la encrucijada celestial…pero aquella noche el firmamento no quiso mostrar sus misterios y nos quedamos desconsolados.  Entonces  alguien del grupo dijo:

- Pues Ana que cuente un cuento del cielo.

Y de forma espontánea empecé con un cuento precioso de Teresa Prost que adapté “Los cositos”, se lo escuché hace muchos años en Los Silos y desde entonces me encanta contarlo. Luego conté: “Un recuerdo lejano” basado en un recuerdo infantil que preparé recientemente gracias a las fabulosas recomendaciones de Juan Carlos Tacoronte…

Mientras contaba miré hacia arriba y comprobé  que las nubes se habían disipado y las estrellas iban mostrando el encantador embrujo que las envuelve… la magia de los cuentos había llegado allá arriba, tan lejos.

Conté dos cuentos más pero consideré que ya habían ejercido suficiente hechizo…porque cuando has vivido más ayeres que mañanas experiencia como ésta es un auténtico regalo de los dioses y hay que saborearla en su justa medida.

No encuentro palabras para expresar la emoción que me embargaba mientras contaba rodeada de dunas y buenos amigos, bajo aquel cielo iluminado por la Luna mora primero y luego por el universo entero y mostrándose en todo su esplendor. A mis pies brillaban los bordados dorados de la chilaba azul y los ojos color azabache del bereber que sentado en el suelo no quería perderse ni una palabra de lo que yo contaba. ¡PALABRAS Y MAGIA INMORTAL!


2 comentarios:

  1. Lo que experimenté en el desierto es único e irrepetible. Sentí la armonía del universo, la cercanía de la creación, el punto infinito desde donde todo crece y a donde todo regresa. ..

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